sábado, 3 de marzo de 2018

¿A dónde fueron los psicoanalistas?




            Hasta bien entrados los 80 aunque parezca muy raro casi todos los psiquiatras sabían de psicoanálisis y lo utilizaban en su clínica diaria. No era infrecuente que cuando te formabas como psiquiatra en la residencia (pasantía en Sudamérica) te psicoanalizases  y realizases múltiples cursos y lecturas al respecto. Además la mayoría de tus maestros también habían pasado por eso o compartían más o menos una formación psicoanalítica.  ES sobradamente conocido que cuando Freud empezó su obra fue ridiculizado y pasó más de diez años escribiendo y trabajando sin tener ningún tipo de reconocimiento por parte de sus colegas. Su famoso libro de La Interpretación de los sueños fue criticado duramente y en los primeros 10 años de su publicación solo se habían vendido 600 ejemplares. Era habitual criticarlo entre los médicos muchas veces sin haberlo leído ( Memorias de Freud[1]). Poco a poco se fue dando a conocer y a influir a otros profesionales del continente europeo, pero fue cuando Freud hizo una gira triunfal por EE.UU cuando el psicoanálisis se puso totalmente de moda. Según Shorter, un señor al que no le gusta nada el psicoanálisis, las clases pudientes de las grandes ciudades con una gran mayoría judía como Freud empezaron a adoptar este método para reafirmar su identidad y resolver sus problemas y síntomas. Esto se extendió al conjunto de la creciente clase media americana. Llegó a las universidades y de aquí a la practica en las instituciones. Para que se hagan una idea los primeros manuales diagnósticos de psiquiatría DSM I y DSM II eran totalmente de inspiración psicoanalítica. Aunque no dudaron en calcar 109 diagnósticos su corpus etiológico eran siempre conflictos inconscientes. Esa moda volvió a Europa y arrasó también en Francia, Inglaterra y Suiza. Otros países en medio de guerras y reconstrucción  como Alemania y España quedaron más descolgados. De Europa pasó también a Sudamérica especialmente a Argentina, Chile y Uruguay países donde también había que hacerse una pregunta sobre la identidad al ser países nacientes en grandes procesos migratorios y donde el psicoanálisis, a día de hoy,  sigue gozando de relativa buena salud. La cuestión es que en los años 60 el psicoanálisis en EE.UU se había convertido en una cosa, cara y tediosa con múltiples controles y jerarquías casi eclesiales. Habían hecho una lectura de Freud muy a la manera americana capitalista de la eficacia. Un resumen de lo que era un psicoanálisis de aquella época era pasar días en un diván adivinando tus impulsos sexuales inconscientes y tus fantasmas agresivos para terminar siendo parecido al psicoanalista. En vez de liberar tu inconsciente tenías que conocer tus miserias y reprimirlas para convertirte en un ciudadano ejemplar como se supone que era el psicoanalista. Como dice Bruce Fink[2] este psicoanálisis no evolucionó y se quedó estancado en el proceder de Freud (Freud nunca dijo que la técnica tenía que ser estrictamente como el hacía[3]) y en sus últimos escritos sobre el yo y el ello. Especialmente se concentraron en los trabajos sobre los mecanismos de defensa de Ana Freud (siempre defendiéndose los yankees). Con la progresiva entrada de medicamentos ansiolíticos (meperibamato, valium ), antidepresivos y antipsicóticos la gente empezó a preferir tomar drogas antes que meterse en ese lío de madres, Edipos y pulsiones inconscientes. Las nuevas drogas les permitían llevar una vida eficiente y ajustada al canon americano sin tanto lío ni tanto gasto. Eso sí, también tenía efectos colaterales y es que tampoco curaban. Aliviaban quizás pero si antes dependías del analista ahora dependías de la droga. Esto evidentemente no quedó aquí, en Europa otros psicoanalistas siguieron profundizando en los textos de Freud. Se prodigaron otras escuelas con enfoques diferentes y técnicas más a la orden de los nuevos tiempos. Winicott, Klein y nuestro querido Lacan. Lacan, en lo que el llamó su “retorno a Freud” desacralizó todo esto del psicoanálisis que se había convertido en una iglesia de dogmas e interpretaciones cerradas. Modificó la técnica, ya no eran obligatorias tantas sesiones seguidas ni un tiempo concreto cerrado. Digamos que liberó al inconsciente del peso del propio psicoanálisis. Se atrevió además a hablar con los pacientes psicóticos, un coto vedado hasta entonces para el psicoanálisis por recomendación de Freud y lo más importante desvinculó al psicoanálisis de toda esta cosa imaginaria de me quiero follar a mama, papa me va a castrar, los penes y las vaginas para centrase en la primera tópica de Freud que es la cuestión del lenguaje y el goce. Se trataría para Lacan de hablar sobre nuestra relación con la historia de nuestros dichos, todos los mensajes que van calando en nuestra identidad a lo largo de nuestra vida y especialmente en la infancia. Al despejar de nuestro día a día cotidiano de todas las repeticiones, de los síntomas y reducirlos a una especie de programación infantil codificada en frases, en momentos únicos que suelen acontecer a los encuentros con las grandes preguntas de la sexualidad, el amor, la identidad y la muerte. Un psicoanálisis para hacernos capaces de ser un poquito más libres y de proponer otra forma de hacer con esa historia personal  para que no nos produzca el dolor por el que habitualmente uno va al psiquiatra o psicoanalista. Piénsenlo si los dichos, las palabras, los discursos no tuviesen importancia en la conducta y en la identidad humana no existiría la publicidad y parece que existe y que goza de buena salud.
           
           En fin las teorías de Lacan dieron un vuelco al psicoanálisis y a la cultura en general, revitalizando la teoría psicoanalítica así como la formación de profesionales psi en Francia, España y especialmente en Sudamérica (con Argentina y Brasil a la cabeza). Su influencia traspasa el ámbito de la psicopatología para llegar a la filosofía, la política y el arte como dan buena cuenta Zizek (pongan en internet su video sobre los WC, no se lo pierdan), Laclau, Jorge Alemán o Judith Batler.


[1]   S. Freud. Autobiografía. Alianza Editorial, 2006.
[2]   B. Fink. Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano.Ed. Gedisa, 2007
[3]   S. Freud. Obras Completas. Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico. Ed Amorrortu, 1912