martes, 8 de marzo de 2011

El estrés

De pequeño me ponía muy nervioso cada vez que iba a hacer algún viaje interesante o algún plan fuera de lo previsto. Este nerviosismo venía de la mano de alguna viriasis que me dejaba noqueado hasta justo el momento del viaje (más o menos)-  Como ejemplos recuerdo mi primera salida nocturna en nochevieja y mi primer festival de música. A lo primero no pude ni ir (39ºde fiebre), a lo segundo fui con antibióticos que irresponsablemente mezclé con todo lo que pude. A pesar de eso no pasó nada y sólo enfermó mi amigo a consecuencia de una variada dieta base de cocacola y kit-kat, cosa que hemos recordado durante años.

A día de hoy me replanteo que es el estrés. De aquellas el estrés era la angustia de empezar a hacer realidad mis deseos y de como eso obligaba a contradecir las demandas maternas y la enigmática respuesta paterna. El estrés era provocado por mi propio deseo y como conciliarlo con atender las demandas de los progenitores.

Comparando es bastante parecido actualmente. Puedo estar trabajando duramente varias semanas, encadenar conferencias, cursos, partidos de fútbol y homenajes varios sin que mi salud se vea mermada. En cambio si estos eventos entran en contradición con las demandas de los seres queridos y/o odiados aparecen el estrés y las viriasis.

En la clínica veo continuamente lo mismo. Gente estresada. Pero no estresada porque trabajen mucho o poco si no porque el jefe cual o su compañero tal. O el niño está en esa edad  o mi pareja no entiende que. La angustia no tiene tanto que ver con el esfuerzo físico sino con el esfuerzo por sostener algo insoportable. Pero este insoportable suele ser algo muy personal y se suele desencadenar siempre en las tricheras de las demandas y los deseos.



Puede resultar una valoración un poco a vuelapluma y poco científica, casi como una adenda a la visita de la abuela pero si nos ponemos científicos y deterministas las cosas no son porque si, y una viriasis no es obligatoria ni azarosa. Y para estas cosas me parece mucha más inmunodepresor la angustia que el simple hecho del esfuerzo físico.

Así  concluyo que, contradiciendo las teorías actuales sobre el estrés, este no es fruto de un exceso sino de una falta. Concretamente la falta del deseo. Hermana esta situación de los enredos de demandas y otros suponeres imaginarios.

2 comentarios:

  1. Tomo nota. Sigo pensando en lo que me dijo usted sobre lo de que mis últimos accesos, antes de mudarme, eran precisamente por eso. Pero no sé si lo que de verdad tenía era deseo de mudarme o por el contrario lo hacía por atender una demanda.

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